domingo, 15 de diciembre de 2013

¿Por qué señalamos con el dedo?

      Juzgar a quienes señalan con el dedo sería contradictorio. Analizar las posibles razones por las que ponemos en marcha esta acción que no conduce a nada, y termina afectándonos y a nuestra reputación, es útil.
     ¿Qué significa señalar con el dedo?: Echar la culpa, juzgar acciones ajenas como morales o inmorales, prejuzgar, etc. 
    
    ¿Quién no pensó alguna vez "Yo esto lo haría mejor", "Fulano es un gil", "Yo hubiese hecho tal cosa y no lo que hizo ese t*****"? Es que no señalar con el dedo,  no significa que nadie te genere una sensación desagradable. Si una persona solo emite halagos, sugiero empezar a sospechar. El problema reside cuando hacer declaraciones negativas se torna una necesidad, lo cual podría ser indicador de que algo anda mal en nuestro interior.
     Señalar con el dedo, es criticar sin mirar en función del contexto de la otra persona, y el presente desgraciado (Por qué no?) que puede estar padeciendo, y que la lleva a ejecutar esa acción que nos genera rechazo. Una vez que reparamos en la situación de desventaja del prójimo, nuestra opinión pierde el peso que considerábamos que tenía, y es tarde. Evitarlo reflexionando, hubiese sido mejor que esperar a que olviden la ridiculez que dijimos, o a dejar de sentirnos minúsculos por tener poca apertura de mente.
     Las críticas son sanas, cuando son en base a gustos personales, sensaciones, o descargos, y se deja la puerta abierta para que otro las complementen.
Incluso sabiendo que la necesidad de señalar con el dedo podría remitirse a la ignorancia, la falta de empatía (que no la manejamos), y la carencia de paz interior que incita a proyectar nuestra bronca contra los demás, seguiremos haciéndolo porque estas características, en mayor o menor medida, nos acompañarán sin darnos cuenta durante el resto de nuestra vida. 

sábado, 14 de diciembre de 2013

¿Es posible el mundo ideal?

     En el mundo hay gente tacaña, y generosa; guerras, individuos que buscan la paz, gente que sufre... Lo que no se observa, desde el inicio de la civilización humana, es una homogeneidad absoluta en cuanto a los intereses, ideales, y el accionar de las personas, porque definitivamente (y gracias a Dios) cada una es diferente. Asi y todo, son millones las que fantasean con el "mundo ideal", donde las masas encaren la vida de una manera similar, y el paralelismo entre sus acciones tenga como resultado la realidad idealizada.
     Desde el lado optimista, son interesantes los móviles que conducen a anhelar un mundo ideal, partiendo del hecho de que está en nuestra naturaleza querer modificar las cosas del entorno que nos son displacenteras. Además, se vuelve atractivo imaginar un mundo donde los adultos sean transparentes como los niños, o donde la Tierra no padeciera los males que son producto de intereses económicos, sociales, políticos, y religiosos.
    Pero alejándonos de la utopía... ¿Sería realmente doloroso aceptar la posibilidad de que estos cambios nunca sucedan? Partiendo sobre la base de que las personas no vivieron todas una misma realidad, (y por lo tanto no formaron los mismos cimientos en su personalidad), es imposible pretender que adopten en su totalidad el accionar generoso que demandaría semejante plan. Además, sería en vano posicionarse desde la soberbia, y juzgar a la persona indiferente hacia sus pares (que no contribuye al ideal de "mundo perfecto"), si nadie elige, en un principio, las circunstancias y el entorno al que pertenece, y por lo tanto no elige completamente ser quien és. También es imposible pretender que los humanos como seres sociales no formen grupos de pertenencia acordes a su manera de ver el mundo,y surjan los intereses económicos, religiosos y de otras índoles. Los abusos que éstos cometen excusándose en dichas temáticas, son producto de la falta de tacto hacia el prójimo. ¿Y desde que posición podemos juzgar esa falta de empatía? ¿Alguien elige el sentimiento de cercanía hacia sus pares, o simplemente surge?.
      El mundo ideal no está en el exterior, sino en el interior: En actuar desde la espontaneidad de los sentimientos, en intentar cambiar el presente del prójimo cuando la impotencia que sentimos frente a su realidad francamente nos toca; y no para seguir un modelo, o pretender ser el de los demás, y ponernos en la postura de tomar represalias sobre quienes consideramos fuera de nuestro proyecto. Aceptar que el destino del planeta es penoso, no es resignarse y quedarse sentados sin hacer nada, es tener presente que convivimos en un mundo con seres incompatibles entre sí mismos, y que la responsable es la naturaleza humana, y no aquella persona que descarta de entre sus planes encarar la vida desde la perspectiva de un superhéroe.